sábado, 29 de diciembre de 2012

Balanza por Cuenta Corriente. Octubre 2012

La balanza de pagos de la economía española sigue mejorando. En concreto, la balanza por cuenta corriente presenta un saldo acumulado a octubre de 14.909,9 millones de euros de déficit, mientras que en el mismo periodo de 2011 la cifra era de 31.659,3 millones de euros. La mejora se debe básicamente al buen comportamiento de las exportaciones, y a la debilidad de la importaciones, que ha hecho mejorar significativamente el déficit comercial no energético, ya que el descubierto energético se incremento en torno al 65%. En la balanza de servicios, la mejora observada estuvo en el incremento de la partida de otros servicios, ya que en el componente de turismo, se mantuvo con cifras similares al mismo periodo del año anterior debido al buen comportamiento de la campaña turística. Si a la balanza por cuenta corriente le añadimos la balanza de capital, tendremos la capacidad o necesidad de financiación generada por las operaciones no financieras de la economía española, la cuál encaja dos meses consecutivos de saldo positivo. En concreto en octubre, la cifra se sitúo en 1.873,1 millones de euros, acumulando un balance de 9.983,3 millones de euros de déficit en el conjunto del año, bastante lejos de los 27.205,4 millones de euros de resultado negativo que se obtuvo en el mismo periodo de 2011.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Situación economía española para el cuartro trimestre 2012

Actualmente las políticas de demanda de las que dispone la economía española están restringidas. Por un lado, las políticas monetarias están en manos del Banco Central Europeo, y para actuar de forma contundente en el descenso de los tipos de interés al que se está financiando la deuda pública, y por tanto la economía en general, exige la solicitud de nuestro país de ayuda al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y por consiguiente el cumplimiento de unas condiciones sobre déficit fiscal. Por otro lado,  las obligaciones ya adquiridas con la Unión Europea sobre los objetivos de consolidación fiscal para los próximos tres años, la imposibilidad de devaluar la moneda, y el necesario ajuste financiero de las familias y empresas, hacen prácticamente imposible poner en marcha medidas anticíclicas que alivien la destrucción de empleo e impulsen la recuperación del consumo y la inversión.

Por su parte, las políticas de oferta y la reformas estructurales puestas en marcha han provocado un deterioro aun mayor de la actividad económica y por tanto ha generado un problema social en el país. Los resultados de estas medidas son en el medio y largo plazo, por lo que tampoco se dispone de elementos que puedan indicar una mejora de la situación en el futuro próximo. Es evidente que las alternativas al ciclo perverso de destrucción de empleo, destrucción de tejido productivo y más desempleo están restringidas, y las posibilidades se circunscriben a la consolidación fiscal y el desapalancamiento financiero, cuyo fruto comenzaremos a recoger seguramente a partir de 2016.

La incertidumbre sobre la posibilidad de que algún país de la zona  euro terminara saliendo de ella, y los riesgos sobre la capacidad de la Unión Europea para poner orden en los presupuestos nacionales y en los sistemas bancarios de cada país, han ido difuminándose, por lo que ya casi nadie avala un posible desmembramiento del euro, y la vuelta a las monedas nacionales. Esto ha provocado un descenso de las primas de riesgo soberano de la periferia europea, aunque todavía no se han alcanzado los niveles óptimos, y por ello el Banco Central Europeo está intentando conseguir que la política monetaria de tipos mínimos llegue a todos los mercados financieros de la Unión, que hoy por hoy están fragmentados.   

 El informe "Situación España. Cuarto trimestre 2012" del servicio de Estudios del BBVA, expone que los datos de tercer trimestre han sido mejor de lo esperado en cuanto actividad económica, aunque también dice que los elementos que han podido influenciar solo tendrán un carácter temporal, por lo que sus efectos se verán diluidos en los próximos meses. También advierte de una consolidación fiscal menos rigurosa de la esperada, y del riesgo de implantación de alguna de las medidas ya propuestas que tienen como objetivo la reducción del déficit. El miedo de los inversores  hacia la deuda pública española estaba basada en las dudas sobre la capacidad de las administraciones públicas para conseguir reducir el saldo presupuestario lo suficiente para no poner en riesgo la sostenibilidad de sus finanzas. El propio servicio de estudios calcula que si no se hubiesen puesto en marcha las medidas acordadas, el déficit público para 2012 hubiera sido del 11,5% , muy lejos del 7% que estiman que cerrará este año.

La credibilidad es esencial para recuperar el favor de los inversores, y por ello, cumplir con los objetivos fiscales previstos, ayudado por la determinación de la Unión Europea de crear un organismo supervisor de los presupuestos públicos nacionales con capacidad de veto, y las reformas constitucionales para poner límites al déficit y endeudamiento de las administraciones públicas de un país, hacen que se asienten las dudas, y de ahí la rebaja de la prima de riesgo y la apertura tímida de los mercados financieros para emisores de los países periféricos. Igualmente, la creación de un organismo de supervisión bancaria, además de un fondo de garantía de depósitos a nivel europeo, junto con la homogeneización de la legislación bancaria, también influirá de manera decisiva en  la mejora de las perspectiva de los inversores, y por tanto en la vuelta hacia los mercados financieros periféricos, ahora muy diezmados.

Tal como ya expuso el FMI en sus Perspectivas de la Economía Mundial de octubre de este año, los riesgos existentes hacen muy complicado hacer proyecciones a medio plazo, y la volatilidad de dichos pronósticos son debidos a la posibilidad de que dichos riesgos se materialicen.  Básicamente son tres: en primer lugar, que vuelvan a surgir dudas sobre la voluntad irrenunciable con respecto al mantenimiento de euro por parte de la UEM, además de un agravamiento de las tensiones financieras en la deuda soberana de los países periféricos. Del otro lado del Atlántico, tenemos pendiente de solucionar lo que se ha denominado el "precipicio fiscal" (fiscal cliff), que supone un descenso automático del gasto y un incremento de ingresos financieros a partir de 2013, si el Congreso no llega a un acuerdo para ampliar el plazo. Por último, los países emergentes que parecían estar al margen de los problemas de las economías avanzadas, están empezando a contagiarse vía exportaciones.

La coordinación internacional es importante en estos momentos. No sería conveniente que los ajustes fiscales de las principales economías del planeta se produzcan de forma conjunta, toda vez que ello conllevaría un mayor deterioro del crecimiento mundial, e incluso una mayor recesión para economías como la española. Por ello, parece imponerse la idea de que Estados Unidos continuarán las políticas monetarias expansivas y una política fiscal moderadamente expansiva mientras el mercado laboral no se recupere. Por su parte,  Europa seguirá la senda de consolidación fiscal,  ayudado por un Banco Central Europeo que mantendrá los tipos bajos, y actuando de forma contundente para mejorar los mecanismos de transmisión de su política monetaria. El BCE seguirá proporcionando liquidez al sistema bancario para mantener la estabilidad financiera de la que es garante, y por otro lado, intervendrá en los mercados secundario con la compra de cantidades ilimitadas de deuda de aquellos países que soliciten previamente ayuda a través del FEEF y del MEDE, lo que lleva aparejado una estricta y efectiva condicionalidad, además de las esterilización de dichas medidas drenando liquidez del sistema.

domingo, 1 de julio de 2012

LA COMPETITIVIDAD DE LA ECONOMÍA Y EL IPC

El indicador del IPC interanual muestra una tendencia decreciente desde abril de 2011 en el que marcó una variación del 3,8% respecto al año anterior. La volatilidad en los precios está muy influido por los precios de la energía y de los alimentos frescos. Así, la cotización del barril de  petróleo está en gran medida detrás del comportamiento del indicador. Las expectativas de menor demanda mundial de crudo, y una relajación de las tensiones geopolíticas son determinantes en la moderación de los precios del barril. Sin embargo, la inflación estructural de fondo en nuestro país debería haber sido objeto de preocupación, en tanto que supone una disminución de poder adquisitivo para las rentas de los consumidores ya mermadas, y una pérdida de competitividad de la economía muy perjudicial en estos momentos. La indexación de los salarios a la inflación histórica genera efectos de segunda vuelta que alimentan ese incremento de precios de fondo, y las reformas puestas en marcha, además de la que quedan por venir, irán en la dirección de actualizar los salarios no solo en función del IPC, sino de la productividad del factor trabajo.

Lo cierto es que en España hemos tenido un problema de incremento significativo de sus precios de consumo. En primer lugar, porque nunca ha sido un objetivo prioritario en su política económica debido a que el crecimiento vigoroso hacía abstenerse a sus gestores de tomar medidas para frenar los precios y evitar el deterioro de la competitividad general del país. En segundo lugar, la política monetaria cedida al Banco Central Europeo también ha perjudicado la inflación, en tanto que la dirección del banco central es claramente una copia del mandato y de los objetivos del Bundensbank. Así pues, la expansión económica estuvo escorada hacia sectores poco productivos y eficientes, como el constructor o el inmobiliario, que han generado un exceso de bienes no exportables cuyos precios crecieron excesivamente, de manera que destruyeron parte de la demanda de viviendas por parte de extranjeros, que han visto en otros países condiciones semejantes a un coste significativamente inferior.

La economía nacional tiene que recuperar su capacidad exportadora, algo que ha hecho en parte a lo largo de la crisis, pero no tanto por tener un tejido industrial potente orientado a la exportación, si no porque la demanda nacional estaba, y parece que estará, tan decaída que ha empujado a muchas empresas a fijarse en el exterior como medio para mantener su actividad. El aumento de la productividad como fórmula de elevar la competitividad no es algo que dependa en última instancia del factor trabajo, ya que si a éste no se le proveen de herramientas, tecnologías y formación para conseguirlo, la tarea es imposible. De ahí que las medidas y reformas que se están impulsando debe ir en esa dirección. Lógicamente para implantar nuevas tecnologías y su correspondiente know how hace falta inversión y tiempo, algo de lo que no disponemos en estos tiempos tan convulsos. Las empresas en general no disponen de recursos para la investigación y desarrollo de nuevos productos, y la financiación para este tipo de proyectos está complicada, a lo que hay que añadir los fondos públicos para esta materia en descenso en los PGC. Ante este panorama, la única dinámica a corto plazo que parece que ha tomado cuerpo es la de presionar sobre las rentas salariales para conseguir que la economía sea más productiva no fabricando más con los mismos recursos, sino reduciendo el coste de los recursos, y en concreto de aquellos que pueden ser ajustados por decreto, vía flexibilidad laboral, reducción de los costes de despido y amplificando la capacidad por parte de las empresas de establecer salarios e incluso de reducirlos.

En conclusión, aumentar la competitividad de un país, de manera que se consiga una capacidad exportadora suficiente para minorar los efectos del descenso del consumo interno privado y público en épocas de recesión, es algo que se tendría que haber hecho durante la década pasada, pero los incentivos entonces estaban mal orientados, y por tanto deberá hacerse ahora, solo que en la mitad de tiempo y con pocos recursos. Ser competitivos no es sólo cuestión de su índice de precios, que también, sino de muchos otros elementos que influyen igual o más que la inflación, pero esta última termina deteriorando la capacidad adquisitiva del consumo, y más en situaciones como la actual en la que los ingresos permanecen estables o incluso se reducen. Cuando los precios suben constantemente al margen de la variación del resto de costes de producción no salariales, es o porque las empresas no tienen incentivos para competir y por tanto dejan de buscar la eficiencia, o porque los salarios están ajustándose permanentemente al IPC creando una espiral que termina deteriorando la capacidad competitiva de la economía. Ahora les ha tocado el turno a los trabajadores, pero tienen que empezar a tomarse otras medidas que orienten a los agentes económicos hacia una eficiencia que no sólo se consigue reduciendo costes laborales, algo que por cierto mina el consumo y termina probablemente empobreciendo al país en general.

viernes, 6 de abril de 2012

Previsiones del PIB para 2012 del servicio de estudios de La Caixa

El año 2011 ha terminado con un crecimiento de la economía española del 0,3% en términos interanuales.  Viene a constatar el descenso del ritmo de crecimiento del PIB que ha pasado del 0,8% en el tercer trimestre al 0,3% del cuarto. En términos trimestrales los datos presentan un paronama desalentador, en tanto que se ha producido un descenso del PIB del -0,3% en el último trimestre del año. La demanda nacional ha tenido un impacto determinante restando 2,9 puntos al crecimiento de la economía. Por su parte, el descenso del consumo privado (-1,1%) y sobre todo el público (-3,6%) ha pasado factura, y la Formación Bruta de Capital Fijo desciende un 6,5%, con lo que el cuadro general está instalado en la recesión, en tanto que las previsiones para el primer trimestre del presente año son también de signo negativo.

Así el servicio de Estudios de La Caixa espera para el año en curso un descenso del PIB del 1%, y en concreto un -0,4% y un -1,0% para el primer y segundo trimestre del año. La consolidación fiscal puesta en marcha por el gobierno actual para reducir el déficit público (descenso del 6,2% en el consumo de las AAPP para 2012), el proceso de desapalancamiento de las familias ante la falta de crédito por parte de las entidades financieras además del grave problema del paro (-1,5% en consumo de los hogares), y una falta de confianza por parte de las empresas ante el turbio futuro que esperamos (-8,5% en Formación Bruta de Capital Fijo) dibujan un panorama de recesión, con demasiadas incertidumbres debido al cambio de modelo laboral puesto en marcha, y a los resultados de la reforma financiera y fiscal recientemente aprobada.

También se presentan otras previsiones para indicadores de máxima actualidad como el incremento del desempleo del 3,5% para el 2012, situando la tasa de paro en el 24,1% de la población activa, cifra claramente inquietante que pone de manifiesto el contexto deprimido del sector privado de la economía, y la consolidación fiscal que llevará el déficit a final de año al 5,5% del PIB. Por su parte el IPC subirá un 1,8% similar al registrado en el 2010, y la balanza comercial será deficitaria en solo 2,1% gracias al buen comportamiento relativo del sector exterior -incremento de las exportaciones del 2,4% y descenso de las importaciones en un 7,4%-.